Un pequeño hornillo con un gran impacto
FUCHS lleva desde el 1 de enero de 2020 con una huella de carbono neutra. Como es imposible que el Grupo evite completamente las emisiones, compensa el resto de sus emisiones de carbono con la adquisición de certificados climáticos con los que contribuye al desarrollo sostenible en diversos lugares de todo el mundo. Aquí tenemos un ejemplo de Uganda.
Sarah Nabayego se abanica con la mano mientras las perlas de sudor compiten por un lugar en su frente. Esta ugandesa lleva el pelo envuelto en un paño azul idéntico al que envuelve su cintura. Hace calor en su cabaña de las afueras de Kampala. En una esquina, arde una hoguera. El humo que emite ya hace tiempo que manchó de negro el tejado de chapa corrugada y la capa más superficial empieza a desconcharse. Varios recipientes descansan en un precario equilibrio sobre trozos de madera ardiendo y algunos artilugios improvisados para rodear el fuego sostienen la comida hirviendo.
Juliet Namirrimu también se prepara para cocinar. Está cómodamente sentada en una silla de plástico azul oscuro en su porche. Entre ella y la pared de la casa hay un hornillo gris, redondo, ligeramente maltratado; en la encimera la espera un gran cuenco de arroz. Mientras la gente pasea por la calle, un brillo rojo va apareciendo bajo el carbón cuidadosamente colocado bajo el hornillo. Entre los bultos de carbón, aparece alguna llama que otra; sin humo, sin hollín, sin calor extremo. Profundizaremos más tarde en esto.
UGANDA: UNA PERLA CUYO BRILLO ESTÁ EN DECADENCIA
Uganda se encuentra al este de África, justo en el ecuador. Muchas maravillas naturales hacen que este país sea muy especial dentro de África. A pesar de que la zona interior, alrededor del lago Victoria, aún atrae visitantes con su paisaje encantador, décadas de guerra civil y cambio climático han dejado su huella en la población y la naturaleza.
En el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, Uganda se encontraba en el puesto 159 de 189 en 2019. Solo en la capital, Kampala, una metrópolis con una población estimada de más de dos millones de habitantes, muchas personas viven en zonas marginales con infraestructura insuficiente. Además, Uganda está muy afectada por el problema de la deforestación. En los últimos diez años, el país ha perdido el 50 por ciento de sus bosques, lo que provoca erosión y problemas de suministro de agua, entre otros problemas. Entre las razones principales de la desaparición de los bosques se encuentra la alta demanda de madera, que sigue siendo la fuente de energía más importante en muchos hogares.
Aquí es precisamente donde interviene una iniciativa del proveedor de servicios de compensación de carbono, First Climate, al cual FUCHS ayuda a financiar mediante la adquisición de certificados climáticos. "Con hornillos energéticamente eficientes, no solo ayudamos a la población a ahorrar combustible y su escaso dinero, sino que también reducimos la deforestación de los bosques locales y las emisiones de carbono. Además, nuestro proyecto beneficia la salud e impulsa la economía local", explica el Dr. Jochen Gassner, CEO de First Climate. Como uno de los mayores proyectos de protección climática del este de África, el proyecto Gold Standard (ver cuadro informativo) consiguió ahorrar más de 500 000 toneladas de CO2 solo en 2019.
COCINAR CON CABEZA
En 2006, el proveedor de servicios de compensación de carbono, First Climate, y el desarrollador de proyectos Impact Carbon, comenzaron un proyecto para fomentar la propagación de hornillos de cocina energéticamente eficientes en Uganda. El valor se crea en su totalidad localmente en Uganda, puesto que son empresas locales de Kampala las que producen y distribuyen los hornillos. Como el proyecto tiene un valor añadido medioambiental, social y económico tan alto, cuenta con la certificación Gold Standard, que esencialmente se basa en los reglamentos del Protocolo de Kioto para calcular el ahorro de CO2 y que otorga la Gold Standard Foundation con sede en Ginebra. Actualmente hay unos 520 000 hornillos del proyecto en uso en Kampala y sus alrededores, que solo en 2019 han ahorrado más de 500 000 toneladas de CO2. El objetivo de los socios del proyecto es seguir distribuyendo estos hornillos eficientes en zonas urbanas. Además, la infraestructura erigida para el proyecto también podría utilizarse para distribuir otros productos sostenibles, como filtros de agua o sistemas solares
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UNA TECNOLOGÍA CONOCIDA QUE APORTA MÚLTIPLES BENEFICIOS
En la abollada olla de Juliet Namirrimu ya hay cebollas y tomates cocinándose y liberando un olor aromático. "Llevo doce años usando este hornillo y aún funciona", dice esta madre de varios niños, que cada día cocina para diez personas en casa. "Este hornillo me ahorra mucho carbón y mucho dinero, que puedo usar para comprar otras cosas. Además, la comida tarda menos en estar lista". Abre una bolsa pequeña de un ligero líquido marrón y se lo añade a las verduras. La olla sisea y emite vapor. Las mangas abombadas de su vestido de flores ondean con el rápido movimiento para coger la cuchara y remover la comida.
Los nuevos hornillos son tan eficientes gracias a lo que se conoce como el efecto chimenea, una tecnología sencilla y conocida. Si bien los hornillos tradicionales no pueden convertir completamente la madera y el carbón en energía calorífica, en este hornillo bien aislado, los gases calientes que se elevan succionan aire fresco hacia la cámara de combustión a través de una solapa. El oxígeno adicional aumenta la temperatura y esto hace que el carbón arda de forma más eficiente y más limpia, ya que el método tradicional de cocinar no solo produce mucho hollín, sino también monóxido de carbono, que es tóxico.
Sarah Nabayego también querría un hornillo como este para su casa. Ella solo cocina sobre fuego abierto en su cabaña. En su pequeño restaurante, que regenta en las afueras de Kampala, usa tres hornillos eficientes, por lo que conoce las ventajas e inconvenientes de ambos métodos. "Cocinar con fuego abierto consume mucha madera y genera mucho humo", comenta, apoyándose sobre la encimera improvisada. "El humo es peligroso para los pulmones y los ojos, y causa dolores de cabeza constantes".
UN PROYECTO CON POTENCIAL
En función de su tamaño, estos hornillos eficientes cuestan entre 10 y 20 dólares americanos, por lo que son mucho más caros que los hornillos tradicionales. "Pero con un hornillo así, una familia puede ahorrar hasta el 50 por ciento del combustible", explica el Sr. Gassner. "Esto supone unos 100 dólares americanos al año". Los costes iniciales se compensan rápidamente. A través de empresas como FUCHS, que financian el proyecto con la adquisición de certificados (ver entrevista), los fabricantes locales pueden mejorar su producción e invertir en marketing. Esto aumenta la demanda, lo que, a su vez, tiene un efecto positivo sobre el precio.
Para Gassner, está claro que este exitoso proyecto aún está lejos de haber alcanzado todo su potencial, incluso después de 14 años. "Uganda tiene una población relativamente densa y una alta tasa de natalidad. En 30 años, el país tendrá probablemente unos 100 millones de habitantes", explica. "Imaginen el impacto medioambiental que supondría esto sin cambiar los hábitos de cocina y el consumo de madera. Por eso es importante mejorar la eficiencia; y nosotros ayudamos con eso".
FUCHS has been operating with a carbon-neutral balance sheet at its sites around the world since January 2020. What exactly does that mean?
This means that we neutralize our carbon emissions within our own production for all sites worldwide – from energy consumption in production to consumables in administration or business travel. However, it is sometimes unavoidable for an industrial company such as ourselves to output CO₂. We offset these emissions through compensatory measures: We invest in climate protection projects that support economic, environmental, and social development in regions with FUCHS sites. The cooking stove project in Uganda is a good example of this. Incidentally, this is completely voluntary, as sustainability is a central corporate value for us.
How does this offsetting business work?
According to the principle of carbon offsetting, greenhouse gases generated in one part of the world are saved through climate protection projects in another part of the world. The initiators of these projects, such as First Climate, receive carbon credits for their involvement, which they then sell to companies like FUCHS in the form of climate protection certificates.
Because as a Gold Standard project, it not only reduces the output of CO₂ but also meets many of the 17 sustainability targets of the United Nations. It has exceptionally large benefits for people and the environment. Here's just one example: The WHO estimates that 20,000 Ugandans die from poisonous gases from open fires each year. If you like, that's 20,000 reasons for supporting the project. Plus, the stoves are produced locally, which means that we are supporting the local economy and securing people's jobs and income.
What impresses me is how such an enormous impact can be created with such simple means. It's not about high-tech in this case, but very simple technology. Of course, there are more modern alternatives to the cooking stoves which undoubtedly have an even better carbon footprint. What is important though, is that this solution is actually accepted by large swathes of the population. It fits in well with people's day-to-day lives and is also affordable within the scope of the project. The positive side effects for health and bank balance are immediately apparent for the individual. In my view, this makes the cooking stoves a real success.
In the long term, we of course want to sell our customers original carbon-neutral products. That's why we are working with our suppliers to encourage them to provide us with carbon-neutral or at least low-carbon raw materials. After all, it is the raw materials that are responsible for around 90 percent of the carbon footprint of the finished lubricant. I am confident that we will be able to achieve this, too.